Acabo de leer en Pharmalot este post donde habla de una tendencia cada vez mayor en los Estados Unidos por parte de algunas farmacias, a negarse a vender cualquier tipo de artículo que promueva el control de la natalidad, desde los preservativos hasta la píldora del día después, pasando por los anticonceptivos orales.
Esta postura, también existe en España, cada cierto tiempo, salen reportajes con cámara oculta, en las que determinadas farmacias de barrios específicos-me acuerdo las del barrio de Salamanca de Madrid- se niegan a vender cualquier artículo de esta índole.
Por norma general, las farmacias que se niegan a dispensar este tipo de artículos, esgrimen razones éticas, con lo cual no estaría en contra, si el uso de esa libertad no atentase contra la libertad del cliente que sí que la demanda.
Como todo aquel que haye leído sobre mi, me he educado en un entorno católico, pero bajo mi punto de vista, mi obligación como farmacéutico es la de informar sobre los medicamentos y artículos que tenemos en nuestra farmacia, sobre sus ventajas y sus inconvenientes, siendo el paciente o cliente quien debe tomar la decisión, ya que bajo mi punto de vista, cada uno debe poder tomar las decisiones que atañen a su vida y la de su familia.
Es más, en al caso de preservativos y anticonceptivos diarios, no existe riesgo de aborto, ya que no existe riesgo de concepción. Es más, en el caso de los preservativos, puede evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual. Tengo amigos que defienden esa posición conservadora, pero nunca me han sabido explicar o nunca he logrado entender, las diferencias entre un método anticonceptivo físico como los preservativos o el método en el que a través de la temperatura vaginal dicen conocer los días fértiles, porque el objetivo ,bajo mi punto de vista es el mismo: la no concepción.
Otro caso diferente, sería la píldora del día después, en la cual existe la posibilidad, según su ficha técnica, de dificultar la anidación del óvulo fecundado. Los defensores de este tipo de pastillas, dirán que no existen estudios que avalen dicho mecanismo de acción, mientras que los detractores se aferrarán a su ficha técnica. Pero vuelvo a decir lo mismo, ¿quien soy yo, como farmacéutico, para decidir sobre la vida de mi cliente?. En mi parecer, es el médico quien tiene la potestad de adherirse a razones éticas, ya que su firma es necesaria para que el cliente obtenga dicha medicación, por lo que él, sí que puede sentirse implicado en la toma de dicho fármaco, el farmacéutico, por contra es parte necesaria pero no suficiente para que un paciente se tome la píldora del día después.