Hace ya algún tiempo, comenté aquí mi posición de incredulidad ante la homeopatía, asignatura que cursé optativa en la Universidad de Santiago de Compostela, la cual sirvió para consolidar mi posición de incredulidad sobre ella.
En lo alto del edificio, donde tenemos la farmacia, existen numerosas consultas médicas. En una de las cuales, pasa consulta el Dr. Jose Miguel Plaza, del cual sólo puedo hablar maravillas. Es una persona entrañable, simpática, cariñosa y que con el tiempo, me está enseñando e introducíendome en la Homeopatía.
Desde mi absoluta desconfianza, le pedí un día un remedio para el dolor de garganta y me curó. Desde mi absoluta incredulidad le pedí consejo para mi fatiga física, y 4 días después me encuentro mucho mucho mejor. Mi desconfianza es tan grande hacia la homeopatía, que le comentaba a él mismo, que creo que el efeto placebo que produce en mí el tomar algo, es muy importante. Su respuesta fue clara,» le pasa a todos los no confesos, pero tu tranquilo que a la tecera ya te convertirás a la homeopatía…»
Mi asombro es tan grande, que de no paro de pensar lo que decían los cirujanos portugueses sobre los catedráticos: «los libros no sangran» . Científicamente no tengo ninguna explicación para comprender porque me encuentro mejor, pero en la práctica, que es lo que realmente importa, me encuentro mucho mejor que hace un par de días.
No obstante, mi grado de aceptación de la homeopatía lo reduzco a problemas menores, en los que la práctica me ha enseñado mucho más que la teoría.